En 1996 el profesor William Tiller, del Departamento de Ingeniería y Materiales de Standford, y Rollin McCraty, director de investigaciones del Instituto HeartMath de California, en Estados Unidos, describieron en su trabajo ‘Cardiac Coherence: A new, noninvasive measure of autonomic nervous system', la importancia que tiene la regulación de estímulos simpáticos vagales en el comportamiento cardiaco, y como este podía variar según eventos como el estrés. En esta revisión los investigadores, reportaron como, a la fecha, la técnica más utilizada para el estudio de estas mediciones era el análisis espectral de la densidad del flujo cardiaco.
En su trabajo, Tiller estableció tres conceptos innovadores sobre el tema de la fisiología de las emociones: el primero corresponde al modo de funcionamiento normal del corazón, el segundo se refiere al modo de entretenimiento y, el tercero, pero no menos importante, el modo de coherencia interna. En los dos últimos me centraré en esta nueva entrada del blog, que trata sobre cómo nuestras emociones alteran nuestras variables fisiológicas y la manera en que la tecnología biomédica nos puede ayudar a categorizarlas, con el fin de tomar decisiones cuantitativas sobre patrones de comportamiento poblacional.
Uno de los resultados más sobresalientes de Tiller fue que demostró el beneficio de las terapias enfocadas a generar sensación de bienestar al paciente en el balanceo de los estímulos simpático vagales propios del sistema nervioso autónomo, aquel que controla los latidos de nuestro corazón, generando una disminución en el riesgo de hipertensión para pacientes congénitamente propensos a esta. McCraty en otros de sus estudios nos muestra gráficamente las variaciones de las ondas cardiacas según el tipo de estímulos recibidos. (ver la figura 1)
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Figura 1. Respuestas en el pulso de acuerdo con diferentes estímulos de emociones psicológicas. Foto: Cortesía del autor.
Ahora, ¿cuál es el punto clave en lo que conocemos como coherencia fisiológica o cardíaca? Es la comunicación que existe de manera autónoma entre el cerebro y el corazón. La hipótesis de la coherencia se sostiene en que hay un flujo de información sistematizado entre los sistemas y procesos fisiológicos en el sistema nervioso central y las respuestas corporales.
Una de las formas que tenemos a disposición para darnos cuenta de esta comunicación, consiste en el análisis de la variabilidad de la frecuencia cardíaca (VFC) y por tanto esta se convierte en una herramienta importante que proporciona una ventana a la actividad que se produce entre el corazón y el cerebro. Las variables de la VFC se utilizan para evaluar los cambios de latido a latido en la frecuencia cardíaca asociada con los ritmos generados por diferentes mecanismos fisiológicos. Un nivel apropiado de variabilidad fisiológica en los sistemas regulatorios refleja la flexibilidad y la capacidad de un organismo para adaptarse de forma coherente al estrés y los desafíos. La cantidad total de VFC que se tenga sirve para evaluar durante un período de 24 horas factores asociados con la edad, debido a que las personas de edades mayores tienen niveles más bajos de VFC que las más jóvenes. La fisiología de esta interacción se explica gracias al intercambio paralelo de información entre las vías aferentes y eferentes de nuestro sistema nervioso. (ver la figura 2)
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Figura 2. Inervación del corazón y esquema de funcionamiento de los nervios aferentes y eferentes. Foto: Cortesía del autor.
La tecnología biomédica permite amplias formas de medición de la frecuencia cardiaca de nuestro cuerpo, la más usada en nuestras instituciones prestadoras de salud son los monitores de signos vitales, que tienen un accesorio muy útil y cuyo principio de funcionamiento fue merecedor de un premio Nobel. Para más información los invito a leer una entrada previa de este blog relacionada con la pulsioximetria.
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La fisiología de las emociones. Foto: Fotolia - ©Gorodenkoff.
La pulsioximetría permite no sólo saber el pulso sino también su frecuencia y por tanto su periodo y longitud de onda, lo que no habilita a obtener una gráfica como las que vemos en la figura 1. Si en las instituciones prestadoras de servicios de salud se pudiera centralizar la información proveniente de estos dispositivos biomédicos, podríamos estar hablando de la primera posibilidad real de establecer investigaciones de la psicología de las emociones, aterrizar a un terreno científico lo que la gente entiende por mindfulness y por ende fortalecer la investigación que Colombia tiene en temas como salud mental y terapias de tratamiento psicológico.
¿Se imaginan desarrollar estrategias psicopedagógicas y la posibilidad de generación de innovaciones que vayan orientadas a mejorar la estancia de nuestros pacientes en hospitalización? ¿Es posible generar estadísticas a partir de estos datos? Pues no suena como un sueño porque tenemos todas las herramientas disponibles.
Como un regalo adicional, les dejo un link sobre cómo construir un pulsioxímetro casero y funcional, espero que lo disfruten.