¿Deberían los pacientes conocer a su radiólogo? Esta pregunta nos la hemos hecho alguna vez, pero si lo pensamos bien es imposible que esto sucediera ya que somos especialistas que formamos parte de los servicios centrales, es decir se nos remiten los pacientes para que a través de la imagen y con la ayuda de los datos clínicos proporcionados por los demás especialistas, realicemos un diagnóstico, pero ¿saben los pacientes quiénes son los radiólogos y a qué se dedican? La mayoría de ellos o todos no tienen la menor idea de cuál es el verdadero trabajo de un radiólogo, incluso muchos de ellos no saben que somos médicos y esto es precisamente al poco o nulo contacto que tenemos con ellos.
Desde hace varios años, la forma en que se practica la medicina ha cambiado radicalmente; antiguamente los galenos no disponían de pruebas de imagen complementarias en las que se pudieran apoyar cuando tenían dudas de ciertos diagnósticos, por lo que decimos que antes la medicina era ciento por ciento clínica. Con el paso del tiempo y de los avances tecnológicos, la medicina ha cambiado y la mayoría de los médicos han perdido sus habilidades de clínicos y se han convertido en pruebas dependientes; pero la introducción de las pruebas de imagen no ha sido del todo negativa, al contrario, sirven como complemento y ayudan al médico tratante a resolver acertijos… Es precisamente en este punto en el que entramos a participar los médicos radiólogos, quienes usando las imágenes y los datos clínicos aportados por el médico remitente o los encontrados en la historia clínica de cada paciente, logramos llegar a una o varias opciones diagnósticas, ya que muchas veces una imagen pueden ser varios diagnósticos o en otros casos el diagnóstico definitivo lo dará la anatomía patológica.
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Por esto se dice que “curamos desde las sombras” y esto se puede interpretar de dos sentidos; el primero, porque generalmente los recintos donde pasamos la mayor parte de nuestra jornada laboral carecen de mucha luz, y el segundo porque los pacientes sólo tienen contacto con el técnico de radiología que es la persona que efectúa la prueba y a nosotros no nos ven, excepto cuando practicamos las ecografías. Siempre estamos delante de pantallas interpretando las imágenes obtenidas de cada prueba para llegar a una conclusión que el paciente conocerá a través de su médico cuando vaya a consulta; lo que él muchas veces no sabe es que para llegar al resultado participaron muchas personas, incluidos los radiólogos.
La especialidad también ha evolucionado y desde hace un tiempo no sólo diagnosticamos sino que tratamos a través de algunos procedimientos intervencionistas, de esta manera la especialidad se ha hecho más completa.
Los radiólogos también tenemos el derecho y el deber de decidir cuál prueba o pruebas son las más indicadas dependiendo del caso que se nos exponga y si las consideramos convenientes, ya que en un gran número de ocasiones nos encontramos con peticiones no oportunas que, en vez de beneficiar al paciente le pueden ocasionar daños como exposición a radiaciones ionizantes innecesarias y gastos a la sanidad del país donde nos encontremos laborando.
Por último, me gustaría resaltar que sin nuestros colegas clínicos nuestro trabajo sería muy difícil puesto que debemos mirar al paciente como un todo donde la clínica y la exploración física deberían mandar en todos los casos.