La industria de tecnología médica se comporta como un organismo viviente, con todas sus fragilidades y deficiencias que se manifiestan con mayor elocuencia al calor de los vaivenes del entorno. Al igual que el recién nacido, la industria debe desarrollar sus defensas y hacerse más firme en su estructura para copar con las siempre cambiantes amenazas que la acechan.
El cuerpo humano debe aprender a enfrentar los riesgos químicos, físicos y biológicos del ambiente, mientras en su economía se van formando colonias de microorganismos y su sistema inmune va escribiendo los guiones que le permitirán distinguir entre amigos y enemigos, para saber cuándo entrar en acción.
Ya quisiera la industria de tecnología médica ser tan eficiente como el cuerpo humano en lo que a anticipar amenazas y establecer barreras defensivas se refiere…
Ocho de las cuarenta principales compañías de dispositivos médicos mundiales vieron desplomarse sus acciones durante los primeros nueve meses de 2014. Muchas se esfuerzan por enfrentar las amenazas que provienen del lábil e incierto panorama económico que reina en las regiones que tradicionalmente han concentrado sus mercados más lucrativos: Europa Occidental y Estados Unidos. En el entretiempo, la situación de Ucrania ha dificultado el intercambio comercial de empresas que tradicionalmente dependían de un flujo constante de ventas hacia Rusia y otros países, otrora miembros de la finada Unión Soviética. Es el caso de varias empresas europeas que hoy deambulan con grilletes por los tortuosos corredores del inclemente mercado global de acciones.
Las compañías que tienen todos sus huevos almacenados en la canasta estadounidense, enfrentan fuego cruzado. Como si no bastara con el Affordable Care Act del presidente Obama, que tiene a los hospitales del país frenados en sus inversiones, la FDA impone exigencias cada vez más estrictas, hasta el punto en que algunas empresas extranjeras han tenido que incurrir en astronómicos gastos para mejorar sus sistemas de gestión de calidad y así, disipar las objeciones del organismo rector norteamericano.
Mientras tanto, no menos de 25 empresas estadounidenses, agobiadas por la tasa impositiva corporativa más alta del mundo (35%), albergaban planes de trasladar sus bases operativas hacia países con menor carga impositiva como Irlanda, el Reino Unido, Suiza y Holanda. En la mayoría de los casos, la ejecución de estos planes suponía la fusión con empresas locales. El Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, bajo instrucción expresa de la administración Obama, empieza a aplicar un freno a estas iniciativas por medio de medidas que buscan impedir que empresas estadounidenses se beneficien de los rendimientos de sus operaciones extranjeras, sin incurrir en gravámenes tributarios por este concepto. Hace un tiempo anunciábamos en nuestras páginas la fusión Medtronic - Covidien, iniciativa que se encamina a ser la primera víctima de las recientes medidas de Obama. Pero hay otras…
Y donde la industria prospera, surgen los escándalos. Dicen que la FDA de la India (así se llama) ha denunciado que los fabricantes locales de stents medicados cobran el triple por el suministro, y utilizan las ganancias para sobornar a los médicos que los colocan. ¿Será la artimaña exclusiva de nuestros amigos del vasto país del continente asiático?
Amanecerá y veremos…