Sostenibilidad hospitalaria: más allá de la ecoinfraestructura

Los hospitales de nueva generación requieren tanto de un servicio de alta calidad como de que este tenga un impacto cero ambientalmente. Desde la Fundación Santa Fe de Bogotá se discutió alrededor de la infraestructura sostenible.

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En el marco de la celebración de los 50 años de la creación de la Fundación Santa Fe de Bogotá (FSFB), el conversatorio “Transformación Ecológica del sector hospitalario” tuvo lugar en las instalaciones del hospital. Organizado por la empresa francesa de servicios medioambientales Veolia, contó con la participación de Brigitte Baptiste rectora de la Universidad EAN y reconocida bióloga colombiana, la embajada francesa en Colombia, además del equipo de sostenibilidad de la FSFB.

Esta institución apuesta por la sostenibilidad por medio del reciclaje de viejos equipos para convertirlos en piezas artísticas, esto con un doble objetivo. Primero, el fomentar la circularidad de los dispositivos médicos, a la vez que los resultados permiten hacer de los hospitales y clínicas en espacios más amigables para los usuarios. “Las instituciones que cuidan no deberían dañar”, dice Henry Mauricio Gallardo, director de la FSFB.

Como lo explica el Ing. Wilson Gutiérrez, coordinador de gestión ambiental de la FSFB, “la salud debe practicarse sin daño medioambiental” y eso significa impactar ámbitos más allá de la infraestructura. Esta transformación ecológica también busca formar profesionales en especialidades médicas con enfoques ambientales.

Sin embargo, la rectora Baptiste apuesta por ir más allá; es decir que en vez de pensar en un impacto cero de las actividades humanas, se piense en un impacto positivo, aunque esta idea presente una contradicción en principio. “Si queremos un bien común superior, no podemos de dejar de cortar el árbol”, piensa la bióloga. Con esto ella explica que los modos de producción humanos son inseparables del impacto en la naturaleza, incluida la prestación de servicios de salud.

Para Baptiste, para revertir el impacto de la actividad humana en el medio ambiente, es necesaria la implementación de una “educación ecosistémica”, que, en principio, supera tres obstáculos de la educación tradicional.

El primero de estos es el pensar los problemas humanos en escalas temporales y espaciales humanas. Baptiste explica que, a diferencia del ecosistema, los ciclos humanos son significativamente más cortos, por lo que nuestras soluciones suelen ser también a corto plazo, sin pensar en las consecuencias para generaciones futuras. “No podemos plegarnos a la escala de la naturaleza porque desaparecemos”.

El segundo es no reconocer los límites de la circularidad. Esto significa, en palabras de Baptiste, que “comprender los procesos ecológicos, nos lleva a entender que los residuos hospitalarios pueden ser reutilizados de maneras que no hemos envisionado. Ahí está la academia dedicada a investigar eso”.

Finalmente, el tercer obstáculo es la percepción del riesgo y la incertidumbre. Cuando se habla de transformaciones ecológicas, hay que hacer preguntas incómodas. En un contexto de pandemia, renunciar a los tapabocas sería una irresponsabilidad así estos signifiquen un peligro de contaminación. Lo mismo pasa con el plástico: “Este es uno de los mejores aliados de la actividad hospitalaria, sin este, sin duda tendríamos problemas de infecciones y de contaminación muy dramáticos. El plástico ha salvado millones de vidas”.

La pregunta que plantea la rectora es entonces cómo manejar el plástico en la lógica de transformación ecológica. “Como siempre ha sucedido, depende de nuestro ingenio, de nuestra capacidad de resolver problemas con una perspectiva de sostenibilidad a escala humana”, sentenció Baptiste.